Y la vida es esto, ¿no?
Todas las despedidas:
calles vacías, estaciones,
aeropuertos sin piedad.
Una casa revuelta, sin hogar,
noches enteras de luz,
un atasco tras otro:
para, semáforo.
arranca, stop, cede, pasa.
«tira, qué no tiras»,
pita, farfulla y máscate las encías,
aparca al fin.
Trabaja.
Vuelve al avión,
deja que pase la vida,
así, en bloques de tiempo estático,
obturado en la responsabilidad
del perpetuo movimiento imposible.
Cuídate de la lluvia,
huye del calor, que mancha,
y en la Sombra esquiva
degrada las formas de la emoción
que resquebrajan tu figura de cemento y dinero.
De ocho a catorce horas,
eso vales, eso importas;
así piensas, en bloque.
Persigue el último ciervo blanco,
sé un hombre moderno, por Dios,
por vetustos y sádicos, invisibles dioses
de la raza y la sangre;
producir para consumir.
consumir para vivir.
respirar al compás de lo que marcan las horas escritas.
Religión de los caminos cuadrados:
«en la publicidad del dinero
se esconden los cerdos rabiosos
que beben de tu tiempo licuado».
Sueña que tienes más.
Vive por ser más,
que te corroa la inútil holgura.
Huye lejos cuando duela,
lejos sin moverte;
olvida tu casa,
olvida tu familia,
olvida que viste un día sin la bruma entre los dedos…
Olvida la sana influencia de cuidar y querer,
de estar por estar.
Antropoceno:
creencias de bronce y muerte,
Superventas del líquido equilibrio del hombre
que hoy muere en la prosodia enferma de sus manos,
ante los ojos del hambre y la guerra que todos engullimos;
resiste otro día más,
reloj tras reloj,
moneda a moneda,
que nada resquebraje tu adamantina costura:
cree, firme, y no pienses.
Vida fácil, vida pactada.
Reza si dudas,
a santos o a dioses,
a los hombres
o a la inane materia ponzoñosa que recubre el mundo;
otra vida habrá, después,
otra vida te espera, confía, más tarde.
Y mientras tanto,
ante tus ojos,
bajo tu lengua nerviosa
pasa danzando ésta,
loca que agoniza dormida,
de la que todos vivimos,
la única en la que seremos.
Qué triste así la vida, y qué sola,
que, sin objetivo ni fin,
no pide más que vivirla.
Pero nos empeñamos,
y en el empeño, olvidamos,
olvidamos y perdemos.
Y al perder, morimos,
Un poco al menos,
antes de tiempo.
Imagen por: Heald