Décimas que son poemas, a veces sueltas, a veces enlazadas entre sí. Espinelas de lo triste, de lo voraz y la forma inusual con que se nos muestra la vida. Estrictas a veces, otras desmontadas y sin rumbo. Fiebre en décimas de poesía.
El martillo de mi padre, el metal impasible, acolchado, mango negro, cabeza roma, a dos aguas de tiempo, instilada en cicatrices de paz ruidosa, cansadas de golpear, de extraer los clavos más obstinados, ritmo constante, fiable en la prestancia, permanencia, metálica dureza, siempre presente, siempre preparado a apuntalar el mundo ladeado.…