Hagamos una cosa,
hagamos lo contrario:
cuando soñemos, seamos;
si toca correr, descansemos,
y al despertar, sonriamos.
Llegará la lluvia,
y saldremos a la calle vestidos de sol.
Caerá la noche,
y pintados de día, evisceraremos la cama.
Hagamos lo contrario,
no callemos,
recuperemos las palabras
del silencio del poder encontrado.
Paremos cuando el mundo se agite inmisericorde.
Seamos río en el cemento,
viento del norte cuando todo parezca desierto.
¡Aullemos cuando toque llorar!
Abracemos entre los escombros,
lloremos, y que al llorar, riamos,
y de la pena forjemos coraza al corazón.
Hagamos lo que no esperan:
miremos al futuro,
pisoteando los miedos.
Caminemos de espaldas a sus guerras,
engarcemos los pasos,
los latidos a ritmo:
pom pom, pom pom.
Escupamos ese lenguaje anguloso
que nos rasga la boca y los ojos,
creamos en nuestras manos,
y que esta vez los cimientos sean de ideas
Hagamos una cosa,
hagamos lo contrario: volemos,
pintémonos de verde,
bebamos agua de mar,
volvámonos locos
y elijamos;
en cada recodo,
en cada esquina,
sintamos la verdadera estación
de hallarse esquivo,
resbaladizo al tiempo y la forma.
Hagamos lo contrario:
volvámonos locos y vivamos.
Imagen por: CarlosBecerra