Tengo el cielo hoy en una mano y dos encuentros de ti colgando de la otra, que no reprende, que no sabe dónde termina el día y comienza la noche que en tus lados se define.…
Somnoliento
Somnoliento
Estos textos no son más que una muestra de las noches que, aun con sueño, no nos permiten descansar. Un alivio del diario y la rutina. No le busques ni sentido ni historia, no son más que escritos del insomnio, remedios contra la vigilia.
Yo entre las hojas de la lluvia, en el arabesco verde rabiante circulando. El agua respira entre la piel y el llano, sangre de tierra que hizo libre, hizo de los muertos y la memoria.…
Me asusté el día que solo pensaba en que, pensar, pensaba solo en ti, y nada más veía que te vi, que de verte, solo a ti remiraba.…
Rabia: resignación borboteante; consecuencia en falta de reacción, imagen del grito y causa común, es la flor roja del crudo silencio.…
Él es el miedo: el miedo ronco de la ignorancia, la luz de los ignorantes, la muerte de lo humano, el valor desnudo del dinero.…
Rodar una palabra como si piedra fuera, crecer en las esquirlas y en sus cristales negros el remedio alargado contra la mente fría y el corazón dormido.…
En la sumisión del tiempo y la certera angustia, en la profunda sensación del verse cercano, construido de nuevo en solitaria realidad.…
De línea blanca al borde del fuego, una piedra que de cristal saliva, el aroma de sal y la distancia, y un pie en el estribo; el otro lejano, mutilado en dactilares susurros.…
Cenobita de los minúsculos objetos idos que en corrientes se acumulan de tu voz, en la héctica manía de verme persistente y a los presentidos fríos hacerse desconchados, como un vuelo a ras, apretando los dientes, pequeños montes sobre la piel que se aclara en la distancia inmensa de no verse; resentidos órganos del tacto y la razón que no acepta de las emociones asiento, hierven entonces los arañazos del momento, de la escritura sobre fuego, desnudas las manos, y fulmínea cruza la sombra entre las palabras sibilantes, bramantes, eco penitente de las pasiones en dulces sabores aupadas.…
El sol no brilla, errante multiplica. Tu día pasa, y no es por bucear que no lo transpiras, que hablas colgado, o contigo desbandado, entre cuadros, demasiados cuadros, barbas sentidas y una voz que es de topo, requemada, casi, áspero, no te entiendo los climas, ni el cruento oscuro blanco agudo roto, ni la distancia en tu estado de rana, entre pulgadas de renco sonido.…
Pasan los años sin mucho cansarse, equilibrios batidos por la niebla, el sol se sucede y la elipse monta en su excentricidad todas las noches.…
Tú, y tus piernas. Y hasta ahí todo lo que ahogan los horizontes traslunares gravitando en ondulaciones nanométricas, sin freno.…
Yo, en la cocina hasta los codos, tú, en la ventana, volando al otro lado de tu reflejo, huele a lluvia y a perejil, y hasta el sol encuentra un hueco para colarse en tu mirada.…
¿Cómo? El guiño de uno de tus ojos perdido en la vastitud del brillo insostenible en el corazón de la oscuridad.…
Te diluyes como las vetas del mármol rojo, una imagen que en la música ya no circula; te diluyes, de tu silueta escapan los líquidos, y en esa última dulzura catasterizarte, porque te alejes que soy de miedo y tú tan frágil y en las modas de la moral me hallas aprendido.…
Es la distancia, y la memoria que se imagina sola entre los pasajes del ir desapareciendo, como erosionada, desprovista de la intensidad que otrora inflamara el latido.…
Tu voz como dos timbales enormes, se rasga al llegar al tono, rotura; rubrica la palabra tensa, oculta; acosa entre la luz de los rincones.…
Quiero volver a sentirme pequeño con el mundo por delante, abrumado, diminuto, perdido, asombrado, querido, vagabundo, nervioso, aterrado, cosido a la tierra, voluble como las semillas, llorón, reidor, exultante, acabado, extendido, iluminado, sencillo, solo… Quiero volver a sentirme borroso entre todas las posibilidades absolutas y cambiantes, renunciar, volver, besarte, no verte llorar, mirarte, sonreír, rozar tu brazo, besarte, subir de nuevo la colina, encontrarnos en las ascesis de los escombros, caminar sobre el balasto incómodo, temblar de miedo y de frío, conquistar la fortaleza, arrancarse, perderse, demoler el vacío de la ropa, sentirse de nuevo en el subterráneo latido, pintarnos de verde las manos, mojarnos, rumiar con tiempo las miradas, disfrutar la lluvia blanca y los cielos negros, atronadores que colman de voz las montañas.…
Y, así, por fin, tenernos… Empezar por remendar todos los solares, equinoccios y tormentas. Por fin, asenderearnos de juego en los pliegues que rodean silencio de los llagares preciosos.…
Me declaro culpable, como humano, de la injusticia que no registro, de la ira que pensar no avivo, de las mil rabias sociales que cada día despiertan y que poco atiendo…
Me proclamo insumiso de la diferencia, entre sexos, entre especies, entre el sexo que se tiene sólo o acompañado —se tenga con quién se tenga, a derecha o a izquierda—, defiendo la natural belleza de encontrarnos siendo distintos.…
Nemorosa: que es del bosque como los árboles, y las zarzas, y los arroyos, y las grandes peñas que se miran en lo alto.…
Búscame en el acendrado sendero, en las praderas, ahijado de flores, cubierto de la hierba ensortijada.
Búscame donde el sol se ponga azul y el cielo reverbere con las nubes en sus turbias relaciones lluviosas.…
A mi amigo Jaime
Que en dos palabras te desarma, que en dos besos se desvive; de la cima del mundo al infierno más sombrío, sonríe y sonríe, vive y vive, ama y ama.…
Tu mejor regalo fue el que no me hiciste, porque volaba solo en los salones donde pasean de puntillas, sin mojarse, tus figuras, dríada huidiza del agua verde; el mejor regalo fue el que no me hiciste, porque voló entre tus dientes como de la risa, en una sola mirada evanescente.…
A Jaime, a Ric, a María, a Blanca y a las Cristinas. A Luis, a Ferdi y a Miguel. A los Cercedillos y Cercedillas, a las Vistahermosas y a todos los que nos matamos a sidras durante años.…