¿Cuántas versiones he visto? Tú, loca del río,
cuántos requiebros me han quebrado, viva del alma,
dime, en la memoria resuelta del no escardarse
en tus ojos nubios de líquidos pareceres…
Cuántas risas del sueño, cuántas formas melladas,
y el silencio, en tus alientos, y la norma rota
creciendo a la puerta de tu soledad bendita;
te vi en la Colonia, niña del sur, como nunca
te veo en cada noche que, perdida, no mueves
ni el saber de las llamas del rocío futuro,
ni el dolor de las marcas del destino presente.
¿Cuántas visiones de blanco nuevo niña rara?
Cuántos segundos sólo en espumas de nostalgia
tallándose en las mareas de lo que no fuimos,
de lo que seremos, o no, no hoy, y mirarás,
y verás, en la custodia de un cielo olvidado,
las grietas que se abren en los labios que no besan
y esos colores que se hacen de tiempo y dinero;
y verás, la fortaleza erguida, tu sonrisa
sobre ese camino de cieno y de nuestros muertos
que nos hizo perder temblor de aroma y de tacto.
Cuánto ha de volver a pasarme para encontrar
enterrados ciclópeos restos de murallas,
cuánto para verte de nuevo, seguido, inerme,
abierta a la esperanza de las manos sin rumbo,
el corazón hacia a la luna, y tus ojos lentos,
de nuevas constantes, como rozados por soles.
¿Cuánto? Y enterrarte si no, y enterrarte nunca.