No me acuerdo de eso de follar;contigo, nosotros.No me acuerdo del hecho,no sé nada de.No lo recuerdo, tanto,solo sé de ti,solo me acuerdo de ti,de verte el primer díaa la sombra de las pielesde tigres,colmillos de elefantes.Me…
noches
Me gustan tus pechos porque son tuyos y un poco míos,y todas sus caídas y repuntes son una fiesta que invita a celebrarque tu piel sabe a nuestros silencios repartidos.…
¿Y qué podemos hacer?Van a ser todo restaurantes de moda,tiendas de ropa sinsentido,franquicias y más franquicias en las que pararse a mirar el móvil,locales sabor,agujeros sin vida,y la noche muerta a nuestros pies,una vida entre generacionesdeshecha y desaparecida,para solo conservarseen los recuerdos borrososde mil vidas nocturnasen la nocturnidad noctámbula y noctívagade lo que antes eran nochesque no acaban hasta queno se deshuesaban las fuerzas,o la pasta, o las drogas,las ganas, la gente, el sol,las sombras de un día por morirregurgitando en la pantallade ese ordenador infame,muerto de nacimiento.Antes…
Cuentan las leyendas,esas que circulan como susurros entre los más ebrios de los más ancianos,porque si no no serían leyendas,solo serían murmullos, rumoresen las lindes de la emoción y el interés;dicen, pues, estas leyendas atávicas,enmadejadas y posiblemente exageradas,que hubo un tiempo en que uno no podía darni un paso sin encontrar un bar abierto;Unos podían cruzar de norte a sur,de sol a mar,y de allí a la última de las montañas vivas,saltando de bar en bar,sin tocar el metro.Dicen…
«Serás hijo puta, guiñándome un ojo, me dice la luna al pasar» Barniz, Marea
Tengo ganas de salir. Pero salir de salir, Salir saliendo en Madrid; como solemos salir cuando se sale en Madrid.…
Esa brisa nocturna como tela de araña bajo un fondo en ciudad traslúcida y medieval se encarama a a la grieta de ventana raída, ahuyentando humedades y el aire opaco y crudo que nos dejan los días lentos, grises, regados, sombras de soles brunos, nubes deshilachadas, gruesas filamentosas que solo nos reflejan, que todo lo recubren, que nada les escapa.…
El calor. La luz de la tarde larga. El olor verdoso del cloro azul. Los gritos, las mañanas, la humedad nocturna de la negra hierba vaga.…
Subimos como en cristal la montaña madre y tacto de todas las tormentas; bajamos como bajan las mañanas sumergidas en la piel de la tierra; debimos quedarnos en la cumbre respirando al hielo de las piedras, masticando de cuarzo, mica y sal, esperando a que las brujas soberbias rasgaran el crujido de la púrpura.…
Nosotros no “nos robamos besos” nos comemos a zarpazos las visiones y las ganas, y los colmillos que entrechocan hambrientos; ahondamos de salivas la oscura pasión que solo, salvajes y libres como liebres, encantados de morder, nos mostramos y curtimos
Nosotros no hacemos las cosas “despacito” —es mejor tocarse que pensarse—, nosotros hace tiempo que olvidamos el ritmo y los papeles, hemos aprendido a rasgar la carne y hacer vibrar los campos de todas las fuerzas primordiales, como en torrentes estelares, hasta agotar los elementos, abriendo los gemidos de las ganas, el pozo del deseo asocial secreto, prohibido, húmedo, brillante y sucio.…
Es duro no verse todos, es muy duro ya no olerse los sudores de la noche, no poder ni despedirse.
En mañanas cabezudas de gaseosos lacustres; qué dura es la dispersión en la vida por ganarse.…
Quiero ser libre, libre, por encima de todo para dejarme pensar; libre, por lo menos, para refugiar en el sueño las furias del día y poder deletrear el amor como yo quiera, y pasar tiempo inútil en las junglas de lo sensible, de lo que tocamos y bebemos, reírnos como si fuera mañana, y ayer desabrido, cambiado, impenitente.…
Todas las músicas suenan a glorias cantadas, a calles reídas, luces crecientes en los aromas dulces de ácronas, cabrilleantes memorias; muletean las miradas mortuorias en regresión del tiempo alambicado, repasando errores por lo sagrado en el dédalo de las madrugadas, donde ciclan las voces irisadas, como acaban, nocturnos gateados.…
Se me parte el corazón en tantas partes como todo el mundo tiene y todas las canciones que hablaban de nosotros.…
Noche de mundos: noche de Madrid, noche de cambios, noche de bares, noche de reyes, noche de sobresaltos, noche de bohemios, noche de ordenados, de locos estructurados, de santos tarados incomprensibles.…
Hoy, justo hoy, nos hemos echado de menos, lo sé, lo he notado, todos, lo he visto en el agua de los charcos, paseando a ciegas de sures a hielos, y vuelto a los mares y al norte de las cabezas en las calles de lluvia.…
Julio 2017
Esa no luz. Es todo lo que no hay cuando dejas de mirar cayendo de un cielo que se ve, como enlodado, untuoso sobre un manto de flores que no debería… Un árbol que no es bajo el lino blanco, sin nombre; la sola luz de la noche esperando en el fondo del bosque y las hojas riéndose del hombre que las admira, erizadas en un fondo gris de azules oscuridad; es el fondo titilante de la última voz tamizada, antes del anochecer, mucho antes de la roma rotura del rocío, cuando aún no despertamos la mañana de las hojas erizadas, reposadas en sus nocturnos humores.…
Cercedilla, Julio 2017
Claro que faltáis: amigas, amigos, hermanos, hermanas, amigos de amigas, amigas de amores, amigos de amores, amor…
Amor, amor, amor que te derramas en cada risa
Claro que faltamos, pero estáis, en cada calle se guarda un paso, una palabra, un gesto de virtud, un movimiento inolvidable de la infancia, una ventana abierta por la que entrar, una pradera de césped en al que caer dormidos tras recoger nocturnos jugos de la mañana.…
Cercedilla, Septiembre 2018
El cielo roto, al final del verano.
La noche negra, al final del verano.
La luna verde, al final del verano.…
Cuando parece escaparse la luz, dejándonos secos en la impaciencia, cruda nostalgia en plena efervescencia; cuando nos cubra de invierno el alud.…
Si yo no quiero ni montaña ni mar, a mí se me da un adarme dónde me encuentre. Puede ser que hasta me importae poco, nada, el cuándo o el para qué haya llegado, vendados los ojos, a aquel lugar ajeno del que no he recibido promesas.…
No buscábamos la felicidad, y sin embargo, allí estaba, redonda rodeándonos callada, profunda en cada piedra y paso, en cada edad pequeña que cruzábamos sin más.…
Voy, a veces, detrás de tus pasos, subiendo como el asfalto sube, escuchando, que entonces sonaban la rima y el caos, creciendo, mirando largo, huyendo cuando la lluvia se detiene, y sobre tus pies, que a veces pierdo, la afasia indirecta que irradia tu contraluz.…
Y nos confundíamos en las calles, como ya perdidos y hechos de frío colgados del asfalto y las esquinas cada vez más oscuras, sibilinas, más húmedas y vivas por nosotros.…
Ayer, una noche o dos, cuajada y de larguras blancas y azules, me encontré otra vez rasgándome el corazón de nocturnidades implumes, hurgando el músculo a ver si te veía.…
A Dolores O’Riordan, por ser escape, por ser refugio.
Qué pena, Dolores, qué pena, como esas fibras de color cristal que destellan justo al apagarse, cuando termina de volver la luz.…