No va a quedar uno vivo

por M.Bardulia
Poesía en Bardulias: No va a quedar uno vivo

¿Y qué podemos hacer?
Van a ser todo restaurantes de moda,
tiendas de ropa sinsentido,
franquicias y más franquicias
en las que pararse a mirar el móvil,
locales sabor,
agujeros sin vida,
y la noche muerta a nuestros pies,
una vida entre generaciones
deshecha y desaparecida,
para solo conservarse
en los recuerdos borrosos
de mil vidas nocturnas
en la nocturnidad noctámbula y noctívaga
de lo que antes eran noches
que no acaban hasta que
no se deshuesaban las fuerzas,
o la pasta, o las drogas,
las ganas, la gente, el sol,
las sombras de un día por morir
regurgitando en la pantalla
de ese ordenador infame,
muerto de nacimiento.
Antes uno podía cruzarse la semana
saltando de bar en bar,
saliendo todos los días
hasta que se le escapara el alma;
hoy todo se muere
y aunque la culpa de hoy es del virus y su muerte,
hay también, detrás,
en bambalinas umbrías, ensalivadas,
la mirada torva y blancuzca
de una sociedad avejentada
que se consume
en un nuevo puritanismo
camuflado de progreso y orden,
escondido bajo excusas de evolución,
de libertad…
No hay mayor libertad que
la de poder decidir machacarse el cuerpo,
destrozarse las tripas,
la voz, los pies y los pulmones
trasegando noches de hielo,
nieves de risas,
veranos sin finales,
haciendo de la vida lo que es,
más noches que días,
más noches que trabajo,
más noches que horas malvendidas
a la falsa salud del descanso.
¿Qué vamos a hacer sin bares?
¿Madrugar?
¿Madrugar siempre
como madrugan siempre los muertos?
¿Qué vamos a hacer sin bares
que nos den cobijo,
bebida y alimento,
sin los mil estadios en los que saltar
de hora en hora,
de copa en copa,
de amor en amor,
de noche en noche,
de vida en vida.

Hagamos algo,
¿qué vamos a hacer sin bares?
¿Qué es una vida sin noches?
Una mina, un establo, un pozo oscuro,
un campo seco, un mundo muerto,
un universo consumido por la luz;
una realidad horrible
en la que vivir como esclavos,
como sanos, bellos, trabajadores esclavos.

A la mierda,
hagamos algo,
¡salvemos los bares!
Demos licencias,
abramos la mano y el seso
que ha asfixiado su canto,
mordamos la piedra
que levanta ayuntamientos y asilos,
bebamos, bebamos
como cosacos en cuartel,
aburridos sin guerra,
bebamos de día, pero
guardémoslo todo para cuando salgamos
de esta retorcida y súbita,
recordemos,
salgamos entonces, a hierro y fuego,
a hacerlo todo,
a dárnoslo todo,
y salvemos los bares;
salgamos,
reconquistemos todas las benditas noches malditas,
todas sus ilustres mañanas.

Muerta la noche,
las últimas parcelas de vida
también serán suyas,
y viejos, grises, envidiosos,
esos, ellos,
habrán ganado.

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