Me gustaría volver a sentirme así
como esa música,
como este piano desnortado,
como el chelo familiar y cercano,
sentirme en esa melancolía marítima
que solo las olas,
que sola la espuma rompiente;
me gustaría volver a encontrarme a mí,
bajo la arena,
bajo el polvo simétrico y gris,
desenterrar el viejo molde blando
y volver a enfrentarlo al sol
y a la lluvia plutónica,
y al viento torrencial de los errores;
me gustaría volver a verme aquí,
desprovisto del barro
y la negrura costrosa
que prodigamos,
libre para ser líquido,
líquido para ser agua,
agua para llorar
cuando se nos acaban las risas;
libre para reír
aunque la oscuridad reniegue
de la luz que la hizo sombra.
Me gustaría volver a sentir, a sí,
para dejar de escribir en círculos,
para no pensar más en espiral,
para estallar y desbordarme de nuevo,
para volver a sentir, allí,
en el extremo azul de los dedos
cada fermento ácido del tacto.
Sentir, así,
como gime la música,
como depende el corazón
de las vibraciones ajenas.
***Para una experiencia más cercana, se recomienda leer a la 1:33 de un jueves riguroso, empezando con el ojo derecho, bajo música de Olafur Arnaldas, Fyrsta, a poder ser***