Hay sitios, lugares, espacios, tiempo,en los que ocurres, más o menos vivo,más o menos sano, quizá consciente,en que a pesar de extraños y dolorestienden a volverse lo más parejoa un hogar: tu casa, un refugio, un templo.Hay…
nocturnidades
A pie del marme encantaría ir a vertea pie del mara contraluz del deshielo,las manos secas,arena pegada errante,verte talartus árboles a dos manos,a ver tu cuerpode nuevo erguirse tempranocontra mi tiempoy las celosías rarasen que transmutanlas nubes al reventar.Me…
No siempre te oigo; es más, hace ya tantoque quizá crea que no te escuchéjamás, pero quizá si te miréporque me vi en tus ojos esperando.No…
La música y el viento azul, de nieve, sus risas, y la sangre circulantefluyendo inflamada noche, nosotros,mis ojos abiertos, deshilachadosen la supurante alegría, queda,en el verde nocturno del presente,de querer el presente, de pensarpresente bravos, de tocar, presentespasar largos, toda imaginación,y recuerdo, memoria desmembrada,tu piel enrojecida, noche, sal,de limón, hielo fundido, precioso,se mezclan como de tu cielo grislas nocturnas efusiones, silenciobajo los labios, y el aliento, encendido,lanzados al torbellino de aquellaspresencias, atractor universal,los bailes y los cantos, la locuraque ofrecía el no, el no saber,encontrar entre los estratos, vida,un camino de preguntas sin voz,cuando todavía no, cuesta abajo,sin frenos, sin vista, de mil reflejos,navegábamos juntos a la margende todo tiempo, de cualquier espaciocuadrado y dispuesto, pintado y duro,al amparo de la sombra radiante,colmada en destellos rojos, dientesentrechocando nerviosos, precisióndel sabor, mundo entre los muchos mundoshúmedos, resbalados sudorosos,sudando como sudamos pegadosen bendita acumulación de cuerposalcoholizados, embadurnados,empedernidos, enfervorizados,sin pasado ni futuro, sin manos,sin pies, sin labios ni sangre, la lluvia,vertidos sobre mí, y yo sobre ti,sobre ellos, nuestro de nosotros, locosvertidos sobre el campo intervenidode la pulpa neuronal, corazón,uno; todos; en vibración común,en el último, profundo, latido,hasta los primeros alientos, cerca,desde cada risa y gemido cósmico,las músicas que, y tu viento azul,arrebol sagrado en tu suavidad,mis ojos abiertos, pestañas, brillolíquido de mañanas que rozábamos,intercalados, como solos, vive,recuerdo, de memoria esperteyada,no olvida nada, no puede, querría,y aunque quiera, es inútil, imposibleolvidar la consistencia, sueño,crítico retornar a ese presente,observar quieto, repetirse, vivo,tocar, dejarse besar, remover,abrir los ojos, abiertos, beberlíquidos en el fluir circular,momentos, al norte del norte gris,santa nocturnidad embalsamada.…
Las huidas furtivas de gotear en luces blancas; recuerdo encelado de la oscuridad enfervorizada, mareados, tensos, desgañitados todavía supurantes, gateamos como lampreas sobre el espacio colmado que nos ha lamido en el nocturno entrechocar de ansiedades y presentes, al aire, al frío, al ruido extrañado de los pies pegajosos y las miradas tumescentes, arrastramos el aroma del misterio y el silencio, las cuatro ventanas abiertas como sangre al rosa profundo de las verticales humedecidas; en un rebote quiral de escalada cimbreante volveremos a girar, (no) volverán los fosfenos y una luz culpable a iluminar de sabor en azul las pieles de sal, sus pliegues de mares y el bordón acicular de una mañana a contraluz: tu contraluz, contra la luz, tú, y yo, en la sombra acuática, yo en la vereda de tu luz, tú y yo, de la luz en contra, frío, lejos a contraluz.…
De tus manchas, hacia el sur, todo al sur, muy al sur, sur profundo hasta desenterrar tu Antártida, sus valles y sus sombras, dejar que allí me vuelva a enterrar la nieve de tus colores.…
Congelados quedamos en la bruma flotando a la deriva en curvas sobre el tiempo colgando, en inversión protónica recuerdos derramando. Sumergidos miramos del agua respirando la nocturna escisión de errores conspirando, victorias escondidas, los dientes tropezando en singularidades de acabar empezando.…
No importan. No importan nada. No hay nada que importe tanto como para no volver a mirarse. No hay errores lo suficientemente grandes como para que no tengan final, un final de muerte.…
Esa música, como de carne, esa música, como de agujas en la carne, agujas cálidas, agujas de tu sangre. Esa música y cada vez que suena y resuena, fuera y de lejos, rompiendo la pintada correspondencia de la luz, desarmando y disolviendo todas las sombras potenciales.…
Lo peor no es sumirse en la distancia, ni en la ausencia, ni en un millar de imágenes diluídas en los besos y dolores, ni la somnolencia aún vesicante en su tacto pesado y nocturnal sobre el perfil remoto de las calles contra el frío y el tiempo del revés, en lucha por recordarse radiantes… No, lo peor no es no aprender a estar, sin más, lo peor es no saber nada del otro, conformarse en el silencio, y hasta aquí, y sobrevivir, desgarradas las ganas de habernos dormido juntos la rabia y el horror de la mañana, malditos en la pérdida sonora de la inopia auto impuesta, desgarrada.…
El pelo revuelto y los pies invertidos, fuera de lugar, contraídos empapados brillando; la luz olvidada y los rincones bullendo entre dientes y manos.…
Te miré los días justos que no me veías. Te escribí los silencios que nunca pensé en darte. Te anudé la boca al pecho sin voz que mojarte.…
Antes de que empezaran a pitarte los oídos, antes de que se formaran los remansos nudosos de tu espalda, antes de que tus dientes fueran capaces de masticar otros dientes, mucho antes, antes de que sumieras la piel a la negrura y negaras lógicas los finales de la constancia, los beneficios derretidos de la rutina.…
Fantasmas en la bañera, de pelo lacio y rubio que te tientan y te denigran, que te ofrecen la noche liofilizada y una madrugada de cielos de cerveza.…
Ni un minuto. Ni una foto escasa, ni la parte dañada del corazón en nocturnidades escandido. Ni el olor rosa de una piel contra la otra.…
Todo en la noche retumba y resuena, todo en la belleza oscura refiere al espesor que oloroso transfiere de tus huesos una asfixia que atruena; como almíbar que en tu grito nos lleva de insultos sin tilde, muslos de sal, del ansia que las entrañas se bebe, la incoherencia que al cuerpo se debe, pelarnos de piel, dejarnos volar, al contraluz de tu agua vicinal.…
De inicios, de arrancarnos como costras, de romper las trabas de lo asumido, rumiarnos como de rabia lluviosa; de afilar contra el hueso los colmillos, olernos hasta enfundar la vergüenza en la blanca equimosis del destino; volver sin manos, juntos, desnortados, sobre el relato de los sin sentidos, de lo imponente, lo malo y lo raro, de lo desviado, lo oculto, lo sencillo, lo que nadie dice, lo que no sabes, lo que sé, y sabes, lo que tranquilos masticamos, besamos, inventamos, lo que entre la plata de tus cilios eléctricos miriápodos ladinos, locos somnolientos desbaratamos.…
Todas las músicas suenan a glorias cantadas, a calles reídas, luces crecientes en los aromas dulces de ácronas, cabrilleantes memorias; muletean las miradas mortuorias en regresión del tiempo alambicado, repasando errores por lo sagrado en el dédalo de las madrugadas, donde ciclan las voces irisadas, como acaban, nocturnos gateados.…
Somos todo lo que queda de nosotros, nada, un retal de voz, un consejo, un hilo de agua negra, la paz, lo que tú sentías del mundo al revés pintado de libertades.…
Deja descuidada la idea de mi ánimo sinusoidal, déjala que campe a sus anchas por el filo de tu humedad; ya habrá de volver recogiendo miradas por donde pasar, nocturnos tus sentidos leves sudando de la oscuridad.…
Trasegando en el perfil empedrado de tus calles contra la sombra aleve, silencio crepuscular arrumbado contra el tacto de la distancia breve,
piafaba en su retemblar acorchado bajo el frío un aullido de piel leve, el trémulo secreto amurallado tras la sangre que al mordisco precede;
ya la concha de miedo se desgaja, ya la carne invoca en su cenestesia madrepóricas redes de vesania
santa, visceral, cruda en complacencia a contraluz de tu figura extraña, sumergida en futura prescindencia.…
Se me parte el corazón en tantas partes como todo el mundo tiene y todas las canciones que hablaban de nosotros.…
La vida es verde, terriblemente verde, pero también azul en las costuras de su filos. Roja es la muerte que se expande como si no existiera la luz.…
Un bar pequeño y el frío ondulando fuera, solo entre nubes, expectante, panóptico alrededor del cristal en la noche caída y coruscante, pero la luz amarillenta y cálida, la cerveza irisada de tus ojos perennes como el ámbar, rojos, dulces, los bailes invisibles de mis manos trasegando de la piel sus umbrías regiones en la mesa proyectadas, nos retenían con voz preterida de futuros en memorias lejanas por habernos atrevido a encontrar, a querer recordar, a recorrernos que estuvimos bajo grandes agujas de niebla, conociéndonos, sabiendo, siguiéndonos, escuchando, sorbiendo del aire el aroma de las miradas que hubiéramos tomado con los labios sobre la misma nieve reflejadas, a latido imparable, ante la vista del mundo, desmadejando la fibra del presente con las bocas desnudas y el tímido aliento de la caricia.…
Esconderse contra el tiempo a nadie sirve de nada, porque todo llega y a todos, a todo, los ojos el viento enrojece y quema bajo cerrados los párpados, esos rabeantes filos al borde del llanto y la miseria de recordarlo todo, azul, hasta los dientes, la sombra febril de un cuerpo arrumbado en la negrura ardiente de los sentidos, de dedos como vibrisas verdes que todo engulleran.…