Escapando entre los pliegues del tiempo,
condenados a encontrarnos efímeros
bajo el agua turbia, embadurnados
de ruido, abrazados por el suelo,
siempre rodeados, siempre corriendo,
la música fuerte, siempre sonando,
pero tu voz destaca, resonando,
y sobre ella tus ojos, titilantes
en la sonrisa larga que te alberga,
del corazón inmenso que te alienta;
y en tu núcleo líquido el abrazo,
un último espasmo reverberante
antes de dormirse al borde del sueño,
antes de caer despiertas las manos,
bajo los besos, la distancia urticante,
justo en mitad de todos los silencios;
ahí, donde el vacío se me apaga,
donde tú respiras, libre, tranquila,
justo ahí quiero ahora despertarme.
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