Hoy he leído a Mario Obrero

por M.Bardulia
Hoy he leído a Mario Obrero

Hoy he leído a Mario Obrero,
caradura contra poeta, que, hoy,
parece que van de la mano,
porque ser poeta hoy
les sale a todos y todas del ano.

Decido escribir sin normas,
y pasarme tus comas
por las santas colgantes gónadas externas,
tus puntos por el perineo
y las virtudes de mi lengua
las como, degluto y defeco.

Vuelvo a la alta edad media:
lo mío son los monjes encerrados
que leían latín sin respirar,
sin entonar ni para comer,
sin esperar que nadie entendiera,
porque si me entienden,
me muero de rabia;
no se enteren nunca,
que no pretendo decir nada.

Hoy he vuelto a descubrir
a un poeta de mierda,
de esos que excusan su incultura,
que abundan en su ignorancia
escudándose en lo moderno,
como si ser moderno
fuera volver al medievo,
a aprender a no comunicarse,
a quitarle a la poesía,
a la letra,
al sentido de lo escrito,
la virtud de la pausa,
del silencio,
de la emoción antes del duelo,
de la alegría desatada,
¿de la duda?
¡Del puto grito!
Quitarle a la poesía,
a la escritura,
a la letra,
hasta dejarle solo el esqueleto.

Hoy he descubierto a Mario Obrero
y a morir me siento,
porque siempre hubo una fina línea
entre el sinvergüenza y el poeta
—el experimento a esto se presta—,
pero hoy parece la norma
aceptarlo todo,
todo vale,
todo es bello,
aunque me lo saque del culo,
aunque le dedique a cada frase
el medio segundo que tardo
en juntar tres palabras inútiles,
en alabarme por deglutir el diccionario.

Si esto es poesía,
la poesía es una mierda;
si la poesía es una mierda,
la primera y última de las artes,
si esta es una mierda,
poco nos queda,
a un tris estamos de morir enterrados,
de conformarnos con el excremento,
de dejarnos caer al fondo,
ahorcados en cemento.

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