Te diluyes como las vetas del mármol rojo,
una imagen que en la música ya no circula;
te diluyes, de tu silueta escapan los líquidos,
y en esa última dulzura catasterizarte,
porque te alejes que soy de miedo y tú tan frágil
y en las modas de la moral me hallas aprendido.
¡Corre! Que los ojos son plasma y el mar color.
¡Invisible! Noches que se dan la vuelta, dulce
esplendor del pecho, ritmo encadenado, sierpes
se retuercen, helado el suelo se abre ruidoso.
Dónde, que no podré; cuándo, que ya no seré…
Y tú, o no, y el cristal quebrado que rompe a sangre,
la ciudad dormida… la nada de no vivirse.
¿Cómo? Errante, desbordado el cuerno y el marfil.
Imagen por: fahad0850