A Roc y a Ja.
O a Ja y a Roc.
O a Trinelo y Pequeña.
O las dos, que somos tres
Creía, pero no.
No puedo hacerlo.
No con palabras.
Quería pero sólo me salen canciones,
y ninguna es en realidad mía.
Quería, pero sólo me salen copas,
Vinuesas, Sellas,
noches de colores
que repuntan mañanas
que se hacen tardes
que terminan en bailes desorbitados;
fiestas de las que somos patrones,
templos que son churrerías
que son manantiales donde beben los locos….
Quería pero me atasco en paganas
demostraciones salvajes
cada uno de noviembre,
me pierdo en los treinta años,
y más…
Quería pero no puedo…
Qué son las palabras…
Qué la voz…
Qué es todo lo que no sea abrazarse,
tenerse al lado,
cercanos,
invisibles,
reverberados,
hasta cuando en el rebalaje
de este tiempo que se mueve en vida
se nos escapa el ritmo,
se nos escurre la rima precisa,
el precioso duende multicolor
que no sabe si viene o se va,
si lee o no lee,
si en esto de pasar andando
estamos para no vernos;
estamos para cuando no nos vemos;
estamos para querernos;
así, del desierto al hielo,
del frío al cielo,
del calor al titilante fulgor que se abre
antes de orlarse la mañana ambigua.
A Roc y a Ja,
que no son palabras,
que son halagos,
gratitud,
resacas, resacas, resacas,
resacas desnudos,
lágrimas de todas las densidades,
risas que aún retumban, colosales;
A Ja y a Roc,
a dos que somos tres,
y a quiénes les cuidan;
a Roc y a Ja,
y por quiénes ellos ahora velan.
Son sólo palabras, o no;
son amigos, sólo eso,
¡todo eso!
supongo que es suficiente.