Siempre seré el último en escribirte,
el que alce la voz cuando se apague la esquirla
naranja de tu inesperado silencio.
Siempre me dejaré en mal lugar,
caeré en la trampa,
me dejaré llevar por los impulsos
de la lengua y el tacto;
seré ridículo,
haré sinceras y propuestas tonterías,
bocazas,
inoportuno,
estaré, para en la penúltima variable,
recordarte, que tiempo nos queda,
que estoy ahí: ¡eh!
Dispuesto a delinear vibraciones
hasta el extremo de la tensión
que hace revelarse la cuerda.
Siempre tendré la última voz,
la palabra que no descansa, nunca,
ni en la voz del alcohol ronco,
agotado y establecido,
fondo de garganta
hasta en la falta de aliento,
asmático de gritarle al agua tus dientes…
Siempre seré el último en escribirte;
y la pasada tarde húmeda,
y el camino que lleva a la sombra cálida,
y el tren, que rebina lejano
aún por esperarnos…
Siempre seré quien espere
loco al último segmento
para encararme al vibrato de tus cuerdas,
aunque no existan,
aunque al final resulten nada más
que parte de la espuma que revuelve
el mundo a su antojo,
que arma nuestro caos,
que nos devuelve, desnudos, a la vida.
Imagen por: r-i-a