Tumbados en la playa nunca fuimos
nada, no fuimos siquiera la playa,
ni siquiera superamos la raya
que ardía en los errores que reímos.
No escuchamos esa música que huimos
en la razón que en la lluvia se enmalla,
y la tremolante niebla que acalla
la inquietud, pasó y apenas oímos,
apenas alcanzamos a saltar,
arrasó con el terror del deseo,
volvimos a la flaccidez del tedio;
y en el fuego que aún has de apagar
proliferan los hijos del deseo,
subterráneos, brillantes de miedo.
Imagen por: UnfinishedSympathy