Y el viento nos llevará,
de aquí, hasta las noches libres,
de la soledad al sueño
donde habita lo imposible;
nos alzará de la niebla,
sobre la nube maciza
que asuela las fluorescencias
de la vida por vivirla.
Y el viento nos llevará,
como si nada ya fuera
importante, como si
por cien mil años vivieras;
nos devolverá inmortales,
sanos, totalmente vivos,
al espacio donde se
tocan todos los momentos.
Y el viento nos llevará,
y nos mecerá en sus manos,
y nos acunará, frío,
cuando tenga que ser frío;
cálido, al perderse el odio;
y volveremos a vernos,
desconocidos del miedo,
empapados de querernos.