Empeñarse en hablar distinto;
cuidar como si lo escribieras,
así, completo, por variar,
con todas las letras y comas.
Deleitarse con el sonido
coruscante de las palabras
como si lo dijeras todo
desde tus manos, en sus bocas.
No pretender comerse el tiempo
engullendo sentido y letras,
corriendo exhaustos al contacto
de cadavéricas pantallas.
Otoñar por mirarse, cerca,
de pestañas entreveradas,
ojos con ojos: fabulosa
y grande sólo una mirada.