¿Sabéis qué sería revolucionario?

por M.Bardulia
Poesía en Bardulias: ¿Sabéis lo que sería revolucionario?
¿Sabéis qué sería revolucionario?
Que nos pusiéramos todos a leer,
pero a leer de verdad,
empezando por Gilgamesh
y acabando por Omensetter.
O que nos pusiéramos a vivir la vida,
pero no sanos, no delgados,
no todos guapos y puros,
que empezáramos desayunando cocido
y cenáramos a rastras los churros de la mañana.
¿Sabéis lo que de verdad sería revolucionario?
Que recuperáramos la noche,
la noche como un espacio de vida
tan luminoso y productivo,
tan válido, tan suculento, tan formal,
mucho más divertido e insano
que cualquier día.
Revolucionario sería dejar de madrugar
cada santa falta de sueño,
cada espacio obligatoriamente
entregado a las marañas del trabajo,
eso sería revolucionario,
dejar de trabajar,
dejar de correr,
dejar de comer,
dejar de alimentar esta rueda de ratas
encerradas y miedosas.
¿Sabéis qué sería hacer la revolución?
Fumar, beber, comer mal,
largo, tendido, despeinarse,
engordar, beber, drogarse,
parar, descansar, mirar sin más,
escuchar esa música que va cerrando,
escuchar las músicas que no entendemos,
beber, llegar tarde, hacer las cosas mal,
no ser un profesional,
no ser un buen profesional,
no ser un profesional de nada.
Quedarse calvo,
volver a pisar la luna,
vivir allí,
¡quedarnos calvos, maldita sea!
 
Que nos pusiéramos todos a leer,
porque solo en la literatura
puede uno conocer todas esas almas
humanas a las que su función de onda
por colapsar nunca llegará,
en las que nunca dejará marca alguna.
Que durmiéramos menos y mejor.
Que viviéramos con menos, siendo muchos.
Que nos riéramos de todo,
empezando por dios y acabando con los muertos,
que nos volviéramos a reír de todos,
empezando por dios y acabando por nosotros mismos.
Que tuviéramos menos miedo
y abandonáramos la ceguera digital
que nos convierte en predecibles memos,
maleables odiosas,
ofendidos racistas,
amargadas sexuales,
ignorantes convencidos, presumidas y gritones.
 
Convertirnos en humanos,
desnudarnos unos a otros,
querernos mucho,
con la boca,
casi hasta devorarnos,
hasta engullirnos,
y que al final solo quedará uno,
un cuerpo enorme,
un masa hiperforme,
una sola forma, ese nosotros,
no tanto yo, no tanto yo,
no tanto yo fotoimaginado,
tanto onanismo social inflamado,
tanta salud, tanta inmortalidad digital,
tanta falta de muerte y perspectiva;
volver a ser humanos,
menos europeos,
eso sí que sería revolucionario.

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