Sabes cuándo quemas,
cuándo sabes que quemas,
cuándo parece que quemas
pero de frío,
cuando estás hecha
con la piel de un reptil venenoso,
que eres radiactivo,
o repulsiva, no te acuerdas,
sabes cuándo ni te tocan,
porque has degenerado
en una forma hiperdesarollada,
es decir,
emaciada, amorfa, escondida
de ti mismo.
Cuando ya no hay nada,
solo tú,
y esa piel escamosa,
las bubas y los apéndices atrofiados,
la espesa maraña de residuo
añejado por la misma enfermedad
de tactos
que tu condición hectoplasmódica
referencia y pide,
a solas,
como debe,
a solas,
cuando parece que hasta tú
te empeñas en repelerte.
¿Sabes cuándo?
Entonces. Yo.
Tiempo.
Falta y ausencia,
concepto nocturno de la madrugada.
entrada anterior