Sufro en la noche de tu honda memoria
y vuelvo a ver las estrellas cayendo
tardías, el frío suelo cubriendo
de tu «fortezza» brumosa y altiva.
Nado a contracorriente la saliva
sutil de suaves palabras fluyendo
en su busca de tu piel floreciendo
sobre el limo de tu boca perdida.
Pesado sobre cielo y tiempo rige
el baile y el canto de mis planetas
de tus ojos el color lacerante;
brilla ligero sobre mis sistemas
la amarga sombra del olvido triste,
espuma de tus rabiosas mareas.