Lo peor no es sumirse en la distancia,
ni en la ausencia, ni en un millar de imágenes
diluídas en los besos y dolores,
ni la somnolencia aún vesicante
en su tacto pesado y nocturnal
sobre el perfil remoto de las calles
contra el frío y el tiempo del revés,
en lucha por recordarse radiantes…
No, lo peor no es no aprender a estar,
sin más, lo peor es no saber nada
del otro, conformarse en el silencio,
y hasta aquí, y sobrevivir, desgarradas
las ganas de habernos dormido juntos
la rabia y el horror de la mañana,
malditos en la pérdida sonora
de la inopia auto impuesta, desgarrada.
Imagen por: izaaaaa