A Xavi
Hemos hecho juntos casi todo:
desvirtuado el camino, inventado
nuevas formas de ver y llegar.
Viajado de cerca y también lejos,
sobre todo vivos, con las cosas
raras y con el viento a la contra.
Hemos reemprendido la vuelta
tantas veces como otras hemos caído,
cojos, mancos, bebidos y locos.
Hemos trabajado noche y día,
día y noche, madrugada y tardes,
oficinas y cuartos minúsculos
enmoquetados y apopléticos.
Hemos hecho de todo: probar
a vivir por encima de todo,
a ensayar a dejarse mover,
a llevarse por el corazón,
el tuyo que no tiene medida,
que no ha tenido cómo pesarse.
Hemos estado, en lo fácil y duro,
en lo complejo y en lo imposible,
persiguiendo lo que quizá, otros,
los que miran y definen, sufren,
sin entender que todo eso ha sido
nada más y en todos los errores,
por querer vivir y haber vivido;
más. Por vivir, hemos vivido
cómo, cuándo y cuánto hemos querido.
Mejor. Seguiremos bien así,
confundiendo todas las llegadas
en nuestra esperanza somnolienta,
en la lentitud, la placidez
y la paz exprimida del día
de quien no se agota cazando
dorados futuribles gloriosos
en las mil y un vidas del presente.
Lo hemos hecho juntos casi todo,
menos hipotecarnos los pasos,
aun rencos y cavos, aunque solos,
aun descastados, lentos y ciegos.
¡Ciegos siempre!