El otro

por Somnoliento
Poesía en Bardulias: El Otro Oscuro

Y entonces llegan las brumas,
y se nublan el sueño,
y se agota la vigilia,
exausta,
remendada una y otra vez,
una y otra vez.
El nocivo animal babeante
que se esconde en los días de luz
surge con las ganas de mil males,
y se revuelve en la madriguera,
revienta los barrotes
y salta, de nuevo,
haciéndose dueño de todo,
envenenando hasta la última gota de color.
Alimaña en retracción,
cobra fuerza en la suma de las debilidades
–»que tu eres fuerte cuando yo soy débil»–,
morado, agotado por sus tentáculos
que cierran las formas del saber mirarse,
hacia dentro,
en las simas profundas de la indolencia inexplicable;
corta como el hielo,
muerde y quema,
levanta lo que, humanos incomprendidos,
escondemos, sonrientes,
para no llorarnos después,
cubiertos de cortes…
Es entonces cuando se acaba el calor,
nos desmerecemos y golpeamos,
fuerte,
contra las paredes de nuestra propia humanidad,
y nos sufrimos,
y nos dejamos de entender,
como si fuéramos otro,
que quizá somos,
que nunca quisimos ser…
La mayor pena no es amarse,
es no amarse a sí mismo.

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