En tu nuca confluyen todos tus pareceres,
en ese blanco espacio fértil
culminan los caminos de tu cuerpo.
Como hilera de hormigas descabaladas
se desprenden de ella los lunares en tu piel,
encontrándose,
hundiéndose,
anunciando prisiones de húmedos cielos,
reserva plena y blanca que asciende
al acabarse tu espalda,
dejadas atrás las largas ausencias
de tus piernas inquietas, flexibles…
En tu nuca se reúnen todos los miramientos,
todas las yemas de todos mis dedos,
la sensible pieza recortada entre tus pliegues…
Tu nuca despintada ahonda en la pulsión de,
aunque sea, y a contraluz, imaginarte.