Tranquilo

por Somnoliento
Poesía en Bardulias: Tranquilo

Tranquilo.
Tranquilo.
Tranquilo.
Déjate llevar,
déjate mecer,
si te resistes será peor.
Te empeñas en luchar contra la corriente,
como si tal corriente hubiera,
y te empeñas en no desfallecer cada día,
como si tal lucha existiera.
Ríete, mirando al espejo de piedra,
ríete, contemplando las fuentes del fuego.
¿Y si no existen?
¿Y si no hay corrientes en contra?
¿Y si no hay más lucha que la que libras contra ti mismo?

Tranquilo.
Tranquilo.
Tranquilo.
Desesperas por que te ves llevar,
en el descontrol de no manejar
de no entender el picado en tu descenso.
No hay nada al final,
la nada no es nada,
la nada no existe.
Si hay destino, lo marcas,
si hay vida, la haces brotar en cada paso.
¿De qué te irritas?
¿Por qué te juzgas?
¿Por qué no te dejas?

Tranquilo.
Tranquilo.
Tranquilo.
¿Qué más da si no piensan como tú?
La tierra es una,
y el universo inabarcable,
y tú una mota de polvo,
menos, un destello insignificante de luz,
¿qué más da?
Vive en paz con lo que te rodea,
respira consciente,
mira y no siempre con los ojos,
y recorre las esquinas del viento
y sáltate las barreras de la imposición.
No piensan como tú,
¿y qué más da?

Tranquilo.
Tranquilo.
Tranquilo.
Repite, que no hay abismo,
no hay precipicios ni cortados,
sólo el miedo.
Y el miedo es un cuervo negro
que pasa como lo hace la noche,
aunque de oscura se pierda
en la imperturbable longitud del tiempo.
Y el miedo es la defensa
exacerbada del verse oscurecido
por las mareas de la ignorancia,
pero no le des el control,
dale la necesidad de moverte,
dale el profundo sentido
de hacerse duros como el saliente de roca,
maleables como el barro reciente,
lejanos como el agua en deshielo.

Tranquilo.
Tranquilo.
Tranquilo.
No estás solo,
lo sabes, pero te ciegan
las normas de tinta
que enseñan la injusticia
a la medida de las raquíticas
mentes de seres embadurnados de oro.
No estás solo,
y de las aguas lunares que te rodean
puedes sacar las finas hebras
del amor que nunca te dejará,
aunque rasparás con aceros
de ti la marca de su calor,
seguirá, porque sigue en los demás;
seguirá, porque somos de los que nos acompañan,
somos de los que hacemos el mundo,
parte de las esferas que, a trillones,
giran con nosotros en el baile
irrepetible del existir.

Tranquilo.
Tranquilo.
Tranquilo.
Y paséate por el ensueño,
sin dudas,
camina en la canción
que nunca has dejado de escuchar,
y que no te digan cómo vivir,
y que no te enseñen a ser,
que nadie te hable de cómo,
en las indeterminadas formas
que la vida toma en sus espumas,
tienes que dejarte llevar.
Tranquilo,
camina como lo hiciste,
como lo haces,
hazlo como quieres,
con la fuerza de hacerlo,
y que nadie te enseñe a vivir;
camina por el ensueño,
sin dudas,
y que de tu canción sólo se desprenda
la armonía de los que por vivir, vivimos.

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