Siempre de paso, como un viento frío
circunvalando a cientos de silencios
cada hora, cada día, cada vida
en cada lugar como una corriente
impotente a los golpes de la piedra,
incapaz de frenar la recaída.
Siempre de paso, como alucinando
en un túnel de tiempo inalcanzable,
de rabudos futuros reptilianos,
fluctuante fluctuando que si silúrico
que si precámbrico descabezado,
que si de presentes desmemoriados
Siempre de paso, de un paso al siguiente,
de trabajo a trabajo, de personas
a otras breves, o largas, propagadas
pasiones, entronques de lo variable,
de casa a casa, lugar a lugar,
de ciudad en ciudad, y no mirar
atrás, ni debajo, ni encima, atrás
y adelante, zanahoria dorada,
lejos invisible por improbable,
siempre de paso, como los neutrinos
que nada tocan, que a nada se pegan,
solo en esas contadísimas veces
en que no hay más sino que detenerse,
destruirse, combinarse, aniquilarse,
pero casi nunca; siempre de paso,
siempre esperando, creyendo, soñando,
perdiendo que se escapa como semen
todo lo que nos vive cuando solo pasamos.
Imagen por: Photo by wisconsinpictures on Unsplash