Aprenda a leer poesía en cinco
derrotas, en potenciales inversos,
eviscérese de excusas y lea
en el orden correcto, cumpla y sepa.
Empiece por Orihuela, tu pueblo,
y el mío, de palmera en surtidor,
no esté triste, lágrimas son cebolla;
sabe que ver y oír a un triste enfada.
Siga por la Argentina, color cuervo,
y póngale las alas que debiera
a sus tristezas desechables, mire
que le vuela gata con ojos cuerdos.
Pase usted a ver al santo del VallE
viEjo, disípese, hágame el favor,
juegue con sus hermanos y olvidadas
deje sus formas retorcidas breves.
Descanse en brazos de Circe, aproveche,
que Itaca no debiera serle nunca
presa lábil, mejor le fuera largo,
y dé las gracias, todavía hay tiempo.
Tiempo para embadurnarse de verde
y encontrarse desnudos detrás de la alameda,
conviene no olvidarse, las primeras leyendas
las que nos vienen soñadas, son las más posibles.
Atrévase a la poesía en cinco
estaciones posibles, encontradas
imperfecciones bajo tremedales
de carne y el reverbero del verso.
Atrévase a desanillar el velo
que eyacula la magia en sus axones,
nade, bucee, muera y resucite,
pero hágalo ciento, vívalo en verso.