Pactemos

por Somnoliento

La miras. Ella te mira. Revuelves
nocturnidades en el intervalo
que rehuye su mirada de verdes;
un suspiro que termina callado,
temblor de su piel en coro de luces,
la alarma de no alcanzar lo pactado
por los ojos, ávidos de embeberse,
de cuajarse hasta no reconocerse.

 

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