Desde dónde, desde qué sombría profundidad
tiene que asaltarme, de fuego, y de colores,
de barros y nocturnas procesiones, caminos,
desde dónde, y cómo, y cuánto, y ver;
como atrapar sin lágrima viendo el tiempo
en tromba, y al fondo de todo, luminosa,
tu piel, que llama a la memoria en grito;
y desde abajo, en las tinieblas que no siembra
ni la paz ni los años ni el temblar del corazón,
surge tu risa, en baños de iluminada presencia,
como un tropel, como una manada de lobos,
de la infancia ruge hasta el cimiento el mundo.
Desde dónde, desde qué sombría profundidad,
con cuánta sorpresa, rabia, dolor, nostalgia
surgen los vivas concesiones que otorga la memoria,
alumbrándolo todo en recuerdos,
descubriendo hasta la última gota de carey
el poder en el celaje visceral de tus ojos.
Desde dónde miras, con qué profundidad,
cómo todavía, sin detenerte, sin yo pensarte.
Bebemos del alma que no es más que la vida,
que esos efímeros instantes en que todo,
hasta el color verde de las hojas, hasta el frío,
hasta la misma lluvia cómplice caprichosa,
colabora, trama, prepara entre bambalinas
que todo se empape, se imprima a llama y hielo,
que se guarde, como hecho en los mismos minutos
del último presente, de lo que fue, de lo que queda…
Imagen por: mehrmeer