En defensa del pesimismo.
Por la vida imperfecta
plagada de llagas,
por el fracaso humeante
–el mío–.
En defensa de los finales más grises,
los finales de verdad,
y las tormentas que todo lo arrasan,
hasta las mañanas.
En defensa de la lágrima,
de la prosodia del grito
y de la rabia,
del silencio raído y viejo.
En defensa de la oscuridad,
de la que crece desde dentro,
ausencia de luz,
y los colores desvaídos,
extraviados…
En defensa de la realidad,
y de lo real;
los sueños que ya no llegarán,
del sentirse menos,
del saberse mal.
En defensa de la desesperación.
En defensa del sentirse humanos:
dudosos, erráticos, esquivos,
fracasados, tristes, perdidos,
terriblemente humanos.
Contra el brillo del éxito vacuo,
en defensa de la vida.
Imagen por: SpellboundMisfits