Por un lado, porque para ser poeta —y la carencia de eso es algo que para mí es muy notable en todos los poetas que escriben a partir de los cuarenta y tantos, cincuenta años, los poetas mayores, los poetas viejos—, es necesaria una sensualidad verbal, un dejarse llevar por las palabras que de joven quizá es excesivo, te dejas llevar demasiado, pero de mayor es demasiado exiguo. Las palabras tienen que fascinarte, tienes que tener una sensualidad verbal que te empuje.»
Jaime Gil de Biedma
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