Bebí de ti
y quedé loco,
¡loco perdido!
Quedé aterrorizado,
como un niño
supe de ti
y de tus velas;
plagado de miedos
se iluminó el cielo
de tus aguas azules
y de tus rosas tristes
salió huyendo
la noche de mis secretos.
Bebí de ti,
acíbar raro,
y supe de tus naumaquias,
cagado de miedo.
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