Si te veo,
entre los caminos persas del mundo,
entre las rutas de la seda extraña,
prosternado, llevando tu nombre,
lloverá luz del cielo,
plomo inflamado de nubes rojas;
fuego que arderá en el horizonte
del día muy lejano.
Y la madrugada nos gritará enrabietada:
¡una vez más!
¡Una vez más y conmigo os llevo!
Al lugar donde acabaron las palabras
a contraluz,
donde murieron los nombres.