A Barcelona; a todos…
Horror: de lo que se ve, se huele y se oye. Sangre por nada. Cuando los cobardes se juntan para hacer temblar el mundo. La muerte inicua, la maldad, que es execrable, que son despreciables, que nadie merece eso. De odiar a todo el mundo.
Miedo: lógica humana. Despertar de una emoción que intentamos enterrar, cada vez. Ponderar de una realidad que a veces nos supera. De las vistas de lo no humano que resultan de todos nuestros odios, de las retorcidas formas que albergan las ideas pudriéndose en el fondo de los corazones. Injusto. Intolerable.
Odio: que surge del miedo. Natural inclinación ante las odiosas atenciones sin sentido que nos llueven en vida. De lo que debemos polarizar ante de que nos pudra también a nosotros. Cuando lo humano se vuelve blando, maleable a las pasiones más instintivas y expansivas. Muerte del amor, pérdida de lo que humano se hace vida. Que tú, como yo, sufres.
Ira: que del miedo hace odio y viene a romperse. Función esencial que canaliza las deformidades de la injusticia y la rabia. De quien no sabe controlar y rasga el corazón de las razones. Peligrosa y traicionera, amiga que no es palpable pasados unos pocos minutos. Fantasma de la esperanza, negro aroma de la voz retorcida.
Tristeza: alumbramiento, comprensión, entendimiento, dolor, oscuridad. Donde se cruzan los odios del miedo y la ira y se hacen humanos. Que se sienten todas las muertes y las heridas, que se reparte el dolor y nos acercamos, por fin. Domador de la ira, satisfecho el miedo, muerte del odio.
Esperanza: proyección de un futuro que ha sido historia. No perderse: no tolerar la intolerancia. La verdad intrínseca e irrompible de ser humanos. Que del mundo, no habiendo otro, estamos condenados a escuchar y a entender. Que todas las luchas son de pocos que viven en el acíbar pálido de una vida desmembrada. De los que son más, y mejores; que somos hermanos, a pesar de la muerte y los extremos. Sin odio, sin miedo.
Imagen por: Forges