De los ismos y algunas variantes retorcidas; otras no…
Cubismo: artístico, que lo ve todo en cambiante armonía. De Pablo y de Braques. Que ve las cosas de otra manera, abre la mente, explora y crea, no se deja llevar y construye sobre las imágenes que no todos vemos.
Nacionalismo: cortedad, de otro tiempo y de otro mundo, que necesita libros y viajes; y un abrazo, un abrazo enorme y replicable.
Sinapismo: que hartas, que de tanto ser como eres acabas devastando las defensas de la paciencia confuciana. Que no habla bien, que se traga la barba y es político, de los de más alta clase. Mediocre supino.
Patriotismo: idiota. Que pertenece a otra época: que viste, habla y vive como si la tierra fuera plana y el éter su elemento. Que tiene pocas aficiones y menos ideas; de cultura más bien estrecha, circunscrita a lo que oye y lo que ve, o lo que lee por internet. Que crea diferencias, que invita a otros ismos, que enciende y se enciende.
Comunismo: que busca dominar con mentiras, que solo persigue el beneficio final de la clase gobernante.
Capitalismo: que con mentiras busca dominar, que persigue solo, de su clase gobernante, el beneficio.
Racismo: despreciable, olvido, estupidez enfermiza. Colmo de todos los ismos, la razón atrofiada y reseca se pudre en los rincones de un cerebro reptiliano en grado sumo. Que está frontalizado, que siente poco, o mucho, pero que, cuando lo hace, lo hace mal. A una isla, lejos, o las estrellas, a ver si espabila y ve la tierra con otra perspectiva.
Chochismo: que tiene pasión por el cunnilingus. Que es abnegado y tranquilo, que gusta de la humedad y la risa, del conocerse como nadie se ha conocido nunca. Que pretende agradar y no devolver favores. Culto apócrifo y ateo en el colmo rosado de las virtudes aún por encontrar, sin género ni opciones políticas.
Nihilismo: paz y tranquilidad: espacio necesario en el que los vacíos se ocupan con la música imperceptible de un bosque asombrado en su visión de la montaña, todavía por nevar.