Nosotros no “nos robamos besos”
nos comemos a zarpazos
las visiones y las ganas,
y los colmillos que entrechocan hambrientos;
ahondamos de salivas
la oscura pasión que solo,
salvajes y libres como liebres,
encantados de morder,
nos mostramos y curtimos
Nosotros no hacemos las cosas “despacito”
—es mejor tocarse que pensarse—,
nosotros hace tiempo que olvidamos
el ritmo y los papeles,
hemos aprendido a rasgar la carne
y hacer vibrar los campos
de todas las fuerzas primordiales,
como en torrentes estelares,
hasta agotar los elementos,
abriendo los gemidos de las ganas,
el pozo del deseo asocial secreto,
prohibido, húmedo,
brillante y sucio.
Nosotros no escribimos poemas,
nosotros los devoramos.