Al alcalde de Madrid y sus amigos amargados.
Borrando historias y versos,
cargándose a los poetas
por segunda o cuarta vez,
rezumando sus rabietas.
Así vamos, destripando
memoria entre las saetas,
es la moda de hoy rabiosa,
enterrar a los poetas.
¿Qué habrá más allá del verso?
¿Qué bajo la piel reseca
del patrón de la ignorancia
y sus babosos cometas.
¿Qué nos queda en la esperanza
de esta realidad maltrecha,
si borramos las palabras,
si olvidamos su piel muerta.
Así vamos, desarmando
del pasado sus rarezas,
tapando en ideologías
el sabor de la maleza.
¿Qué quedará si borramos
de la historia las estelas,
si no dejamos más que
asfalto de sus cabezas?
¿Qué podremos esperar
sin cabreros de palmeras
que nos canten de cebollas,
que nos vayan abriendo huella?
Así quedaremos, solos,
sobre la fría loseta
borrada al viento de vida,
al viento como veletas;
al viento de la ignorancia,
al flotar de la muerte negra
al negro de los silencios,
el silencio de la belleza.