Llévame lejos,
pero no me digas dónde,
no me hables de un viaje
que nunca realizaré.
Pero llévame lejos,
véndame los ojos bizantinos
y acércame a los silos
en los que yacen las marcas
de nuestro olvido.
Dame la mano
y llévame sordo
a un desenlace inesperado,
a un final que no imaginen,
¡llévame lejos!
Empújame al llegar,
no dudes al hacerlo,
es mejor volar unos segundos
que pasar una vida anclados
al barro y al fósil;
y si te atreves,
y si has sacado algo
del camino juntos y ciegos,
no lo pienses,
empújame sin miedo
y en mi descontrolado volar,
vuela tú también conmigo.
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