Eras pequeña y te abracé poquito,
susurrándote tan bajito que,
al batir el agua de tu pasiones,
costaba escuchar sus lentos latidos
Eras pequeña y te abracé poquito,
acariciándote tan suave que
no pudieran mis dedos deshacerte,
fijos mis dientes en tus ojos vivos.
En el borde de la noche estuvimos
trenzados, comprendiéndonos el ruego
de las manos en busca de sentido,
mirándonos desde el fondo del sueño
que, a veces, siendo tu pequeña, vimos,
que, a veces, muy bajito, yo recuerdo.