Sentado perdiendo el tiempo.
Ni hago ni deshago, estar
por estar, sentarme al viento
y ver el mundo pasar
desde este incomodo asiento,
rodeado del cantar
de los teclados esclavos,
ahítos con su trabajo.
De las ocho horas y media,
que en la oficina me paso,
cimentando su parodia,
seis estoy tumbado al raso,
una es de comer, y es seria,
y el resto que me deshago
buscando a quien me explicara
qué coño hago haciendo nada.