Vuestra risa en montañas se refleja,
iluminando el cielo de la infancia;
son esas carcajadas resonancia
eterna que la memoria me deja.
Amanecer entre el pino y la teja,
de la húmeda hierba alzando su fragancia,
van haciendo de las luces sustancia,
van creando en las rocas moraleja.
Desde siempre tranquilos y felices,
al abrigo de siete picos rotos,
pasamos bebiendo de sus raíces
fumándonos las flores de los lotos
y del mundo entresacando matices,
esos, que verse no pueden en fotos.