Cartas para Lima IV – Gracias

por M.Bardulia
I would do anything for love

Querida Lima:

Gracias. Gracias por ser tú. Gracias por toda la luz que despides. Gracias por hablar como me hablas, que aun escritas, tus voz resuena con claridad y con fuerza en mi cabeza, porque no es posible olvidar lo que nos ha hecho, lo que nos hace, tan feliz. Por eso gracias. Gracias por hacerme sonreír. Gracias por darle un sentido a todas las oscuridades que a veces me asuelan. Gracias. Gracias por confiar. Gracias por querer. Gracias por no haber cambiado un adarme a pesar de las distancias, los días, las arenas y las lunas.

No me canso de dar las gracias, porque siempre me sentiré agradecido, además de afortunado, porque tú, precisamente tú, me hayas dado la oportunidad de compartir esta intimidad contigo. Y sí, en ocasiones duelen esos espacios, y el tiempo, que pasa, que no perdona ni las redes que tejemos entre los corazones que todavía saben sentir, que todavía se arriesgan a sentir, libres, sin ataduras, con la única restricción de se tiempo inmisericorde, y quizá, quién sabe, ni siquiera él pueda hacer que se detengan.

Siento que a veces la distancia sea demasiado; yo también la sufro, aunque tenga que enterrarla bajo los pliegues de una rutina no siempre soportable, casi nunca tan brillante como cada paso que dimos juntos. Siento si a veces mis palabras no están a la altura de las tuyas, me es difícil encontrar la luz que mereces, esa misma luz que despides, entre las sombras que, a veces, nublan mis días. Yo no es por ti que el cielo se oscurece, si fuera por ti, en mi vida existirían solo soles, estrellas diurnas, un cielo extraño, iluminado por soles de todo los colores, de todas las texturas y aromas. Y las nubes, si presentes, no serían más que esos jirones algodonosos que en verano adornan el cielo, con la sola intención de alimentar nuestra imaginación sobre un azul demasiado perfecto, demasiado fácil.

No tomes nunca mis silencios, de haberlos, como un olvido o dejadez. No los tomes como falta. Tómalos como un retiro tranquilo, como el sentimiento de mi seguridad en lo que yo siento, en lo que tú sientes, y en su condición irrevocable de infinita presencia. No importa que tú estés callada, porque sabré escucharte. No importa que yo no te grite, porque estaré pensando en ti. No importa que el tiempo pase, porque siempre imaginaré que estamos juntos, refugiados, aislados de todo el correr acelerado del mundo, en los recuerdos preciosos que ambos guardamos.

Gracias, Lima, gracias por hacerme partícipe de todo en tu vida. De todo. No te juzgaré nunca, porque te quiero demasiado. No te acusaré nunca de nada, porque te quiero demasiado libre. No quiero que te preocupes nunca, porque te quiero feliz, y alegre, y viva, ya lo sabes, y cuánto más lo estés, más lo estaré yo; y cuánto más disfrutes, más disfrutaré yo; he arrojado al fuego los grilletes de la posesión, los celos y la inútil concepción humana de un amor. ¡Qué se muera su amor! Qué se pudra, y que viva el nuestro. Seamos felices. Felices contra todas sus mareas. Felices contra todos sus susurros, sus aspavientos, sus plegarias, sus pecados, sus dioses enterrados.

Gracias. Gracias por mostrarte como eres conmigo. Feliz, cuando feliz. Triste, cuando triste. Fugaz, cuando disfrutas. Larga, lenta, evanescente, bella, en cada palabra, en cada frase, en cada una de tus cartas. Me alegro. Me alegro profundamente de que tu nueva vida esté yendo como siempre debieras merecer. Me sorprendo, enorgullezco y alegro, también, de tu fortaleza, tu capacidad para encontrar en todos los momentos un punto de luz, una determinación positiva, a pesar de que ese cabeza tuya, potente, nerviosa, dulce y perfectamente cableada, quiera atormentarte con las dudas que otros ignoran. Gracias, por enseñarme, porque me enseñas con esa fuerza, tan plena de cariño, de esa candidez tan contagiosa y cálida. Cómo se parece al calor de tu cuerpo, como transmiten tus sentimientos esa misma temperatura irresistible en la que duerme tu piel. Gracias por permitirme recordar tu piel, y todos los centímetros que de ella emergen, como ríos en mi memoria, fluyendo, cambiantes, irradiando y alimentando los fuegos que no siempre puedo alcanzar a expresar.

Gracias, Lima, por hacerme feliz. Porque cada letra es un estallido de ganas. Porque cada inflexión de tu voz imaginada, perfectamente conservada, es un brote de energía ingente, difícil de contener. Gracias por ser, como eres, gracias por recordar, gracias por tomarte el tiempo para vivir y dejarme vivir contigo. Gracias. Por todo, gracias.

Tu querido Eric, que sonríe al verte feliz, que disfruta viéndote vivir.

PD: no tienes que prometerme nada; a mí no. De ti lo entiendo todo, de ti, de todo lo que tú eres, todo vale, hasta lo que no dices, hasta lo que bien guardado has de guardar.

Sigue leyendo

1 comentario

Lima enero 30, 2022 - 16:43

Eric, serán cosas de la vida, pero esta carta me llega en el momento perfecto, el momento en el que más necesitaba tu cariño y el calor de tus palabras; y no porque no la esperara, o no la buscara… Casi por casualidad llega hoy, en este momento, a mis manos. Por supuesto que no me olvido, cómo podría olvidar todo lo que me has hecho sentir. Lo que me haces sentir. Siempre he tenido un sentimiento de cierta soledad, a pesar de estar rodeada de gente, un sentimiento que me ha dicho a lo largo de los años que no encajo del todo, que “sí pero no”, que estoy fuera del camino, tanto del mío propio como del de los demás. Y especialmente en el amor, es un sentimiento que a veces no es fácil de digerir, y a veces no gusta convivir con él. Por eso te quiero decir, Eric, que esta intimidad que me regalas tú a mí, es una de las cosas más preciadas que tengo en mi vida, a pesar de la distancia, a pesar de la soledad con la que a veces convivo aquí, a pesar, de nuevo, de estar rodeada de gente. Gracias, porque me haces sentir acompañada, cuidada, en casa. ¿Cómo te lo puedo agradecer? De verdad te lo pregunto. Me gustaría encontrar la forma, aunque nada que se me ocurra podría compensarlo. Todas las mañanas pienso en ti. No me tomes por loca, pero quiero aprovechar esta ocasión para decírtelo; aunque no seas del todo consciente, me haces feliz. Cada mañana te imagino detrás mío, con tu brazo por encima de mí, dándome calor y tranquilidad. Me ayuda mucho a empezar el día con ganas y con un poco más de serenidad, la necesito. Eso también te lo agradezco, Eric. Y en esta tarde de domingo, en la que se ha puesto el sol y ha empezado ya a salir la oscuridad, vuelvo a tener esa sensación; me falta serenidad, me sobra un poco de soledad, pero estás aquí conmigo; los dos solos, dentro de cuatro paredes fuera de las cuales se puede caer el mundo, me da igual, soy feliz aquí dentro, contigo. Gracias por todo, también por hacerme partícipe de las partes de tu vida de las que me quieras hacer partícipe. Es para mí un privilegio y una ilusión; si son buenas me harán feliz, si no son tan buenas, me alegrará poder reconfortarte, si puedo hacerlo… Gracias por todo. Por lo vivido, por lo hablado, por lo escrito, por lo besado, por lo acariciado, por lo sonreído, por lo reído, por lo entendido, por lo eternamente abrazado, por lo caminado, juntos. Te quiero, Eric. Te quiero, te quiero. Siempre tuya, de la forma que sea. Lima.

https://youtu.be/im9I-EPMuN0

Responder

Deja un comentario