Cada vez que defiendes dictaduras,
urdidos y secos nacionalismos,
el cáncer anciano del patriotismo,
doctrinas simplonas, rancias y extremas,
planteamientos hijos de racismos
ignorantes. Cada vez que levantas
tu brazo heredado, jamás pensado,
gritamos, desde lo más alto, todos,
burlando el trazo de tus amarguras.
Mas si eres, tú, bobo, hombre o mujer joven,
lloro, solo, porque el viento te cambie,
porque vida y humanidad, de nuevo,
como en su vientre, te calen y eduquen.
Lloro para que en tu futuro alcances
la dignidad de hombre poder llamarte.
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