¿Volveré a estar enterrado bajo los pinos,
sobre el ocre del camino iluminado?
¿Volveré a verte, allí, tumbada,
sonriéndole a tus miedos,
alimentando mis sueños?
¿Sentiré de nuevo humedecerse la hierba
en el alba dorada de los montes?
¿Sentiré en la piel temblorosa, lejana,
el roce de las agujas moribundas?
¿Volveré a ser el niño que era, que fui…?
¿Seré de nuevo aquel que, segando montañas,
se bañaba feliz en la sana locura de tu saliva nocturna?
¿Volveré algún día a sentir, a ser,
a verlo de nuevo todo como entonces,
luminoso y claro?
Hoy sé que no,
quizá sea mañana, cuando tus ojos vuelvan a dormirme…
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