Dibujando en tu cintura
senderos a contraluz,
baja el sol en su cascada
bebiéndose tus rincones.
No existe el negro o la sombra
bajo tu piel limpia y suave;
suave de rosa y mañana,
limpia de rosa locura.
Recupera el frío abrazo
y en su frescura me pierdes…
Vuelve a hablarme del mundo,
tal y como tú lo hiciste.