Yo pertenezco al campo y a la niebla,
al frío y a la lluvia,
al verde y al gris,
al ocre de la arena
y al primitivo sentido de las dehesas.
Soy del monte libre,
de la naturaleza abierta,
soy de la verdad exterior;
soy el hombre libre.
Que no hay nada en las calles cerradas
que tapan el sol,
sólo días aciagos,
nervios, angustia transfundida,
muerte inhumana,
monstruos de oficio vacíos.
Si el río va saltando,
de roca en roca,
de río en río,
seré entonces a su lado,
en su ribera hombre sentado,
Seré otra vez niño,
volveré de nuevo a perderme
en lo que ser debiera.
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