Y así, estás, eres del cuarzo rosado
que levantan las tres ondas remotas,
perennes de tus risas cristalinas;
formaciones sagradas del silencio.
Y así, vas, vuelves del recuperado
sonido, trueno de viejas presencias,
y en la forma rígida de las aguas
se refleja tu recuerdo ganado.
Removiendo de la voz que no llega
frío de tus secretos eleusinos,
cobíjanos la noche en sus telares.
Y brotan de tus alternas mareas,
a contraluz, la nuez de tus sonidos,
el húmedo cantar de tus andares.