Propongo volver, caballeros,
a la senda correcta,
la de la incorrección
y el grito a destiempo.
Propongo que nos saltemos
todos los árboles de tiempo,
y con todo el espacio,
volver. Volvamos.
Volvamos a coger la cerveza
por el mango de oro,
dejémonos de nortes helados
y aferrémonos como monos
a la luz de Julio,
de la Cruz de casa,
de la casa del Sur,
de la Cruz de Julio,
y del Sur.
Volvamos a apagar los sinsentidos
de la decencia y la moralidad,
caduquemos con los principios
de otros, y como caballeros,
bebamos. Volvamos.
Volvamos a beber hasta
de nuestros propios zapatos,
envueltos en ese papel delicado,
cantemos como posesos,
las canciones que no conocemos.
Volvamos a envenenarnos, señores,
con las aguas de los ríos,
los hielos calientes
y el limón de los enemigos,
las hierbas irradiadas de fuego germano,
volvamos a cruzar todas las fronteras
y acabemos cazando avispas con la minga,
mirándonos a los ojos mientras cagamos,
vomitando por vomitar porque vomitemos,
travestidos irredentos y políglotas
bailemos de todos los violines,
en todos los acordeones de la tierra.
Pero, ante todo, volvamos.
Volvamos a sentarnos a pensar
sobre el frío alentador de la nieve,
bebamos con calor,
bebamos con hielo,
bebamos solos,
bebamos con ella,
bebamos con ellos,
bebamos en botella,
bebamos gritando,
bebamos callados,
dejémoslo todo,
otra vez,
hasta el amanecer,
y más,
que se muera la tarde
mientras abrimos botellines
desnudos con la boca,
recorramos los bajos
de camiones genitales aparcados,
ocupemos tractores antediluvianos,
bebamos el café con cerveza
y de la cerveza hagamos churros,
saquemos a Teo,
santón y sagrado,
de su retiro injusto,
que vuelvan sus porras,
que vuelva su alegría marginal,
que nunca vuelvan
a importurnarnos los maderos;
bebió nuestro padre,
bebamos.
Volvamos con papá
y resucitemos, volvamos,
resucitemos el Casino
y que fluya la inconsciencia,
que crezca la sana demencia
y acabemos volando solos
por entre las sendas
de una noche enarenada.
Y después, una hamburguesa
con jamón de York,
y después de muertos,
vuelta a vivir,
vuelta a beber,
vuelta a gritar,
vuelta a morder
y sacarle a la vida
todos sus jugos salados.
Propongo volver, muyayos,
al camino de lo insano,
despojarnos de tanto barro,
y volver a vivir viviendo;
no costará tanto,
no ha tanto que fuimos,
no ha tanto que hicimos,
allá esperan los asnos,
allá los tortuosos atajos,
allá todo el alcohol
al que dejamos estos años;
pero, ante todo,
bebamos.
Por tanto, amigos,
calvos, gordos, mojalas y tarados,
resuelvo yo por todos:
habremos de volver,
volvamos
con el amor por delante,
las musas ebrias detrás
y la vida entre medias,
adornada de cuarzo,
orlada de micas,
de feldespatos vestida;
a vivir volvamos
y por el camino,
además de amar,
bebamos,
sobre todo bebamos.
Propongo volver, volvamos.