Hoy me han despertado tus muchos fríos,
todo tu ocre en suelos desvanecidos
todas tus décimas de mucho menos.
de rabia infantiles otros destiempos,
recuerdos en la mirada esparcidos,
los de verse encomendado al letrero,
al gris declinar, cristales nublados,
de la pizarra crujiente encerrados,
soñando con un sol de aires eternos,
a la voz de un maestro carnicero.
Hoy me has despertado, otoño escandido,
insensible esclavo de los teñidos,
afanoso adicto a todos los vientos
que nos lo esconden todo, salvo el cielo,
cementoso, ahorcajado, expandido.
hoy me has recordado, húmedo, cuatralbo,
hasta el calor perdido de los huesos,
que es tu hora, que ni con estos reversos
hallo agujero en que ponerme a salvo
de tu rutina y tu regusto amargo.
No es por ti, es porque lo traes contigo;
no es la lluvia rica, ni el viento bravo,
no son tus mil colores necesarios,
es porque no hay ni pausa ni intermedio;
no es por ti otoño siempre bienvenido,
son las horas sujetas al embargo
de la constancia, corazón esclavo,
manos retraídas, dedos proscritos,
trabajar como si hubieras vivido.