Si abro el diccionario y no es para buscar sinónimos que me ayuden a pintar, con palabras lo que siento, triste es el día.
Si traduzco palabras que no son cuerpo del poeta muerto, raíz del verso incomprensible, verdad de lo que presiento, triste es la noche.
Si no utilizo mis manos, ojos y extremos en sacar de dentro las letras que canten al cielo, montañas y verdades, triste es el esfuerzo.
Si lo único que hago es escuchar el canto de los durmientes, de los zombies de mundos antiguos y olvidados, hermanos en la desgracia, triste es mi vida.
Hacer del escribir un hábito.
Del hábito hacer costumbre
y de la costumbre vida.
Ahora sólo me falta,
saber qué hacer con esta
lenta, difícil, vapuleada,